Ejercito, septiembre y sus símbolos

Las fechas del 11 y el 19 de septiembre están separados por ocho días, para muchos chilenos tienen significados distintos que probablemente los ubique en las antípodas, y a pesar de aquella distancia, hay un lazo que los ata en una institucionalidad que representa muchas cosas en la historia de Chile.

Ese lazo, el nudo que une ineludiblemente son la FFAA, siendo el papel del ejército una de sus expresiones más evidentes de aquella distancia.

Desde que comienza este mes se suman efemérides que hablan de movilizaciones y procesos históricos de hondo sentido para los proyectos de transformación en la nación. Por supuesto que es el mes del ascenso del gobierno de la Unidad Popular, acaso la expresión máxima de un esfuerzo colectivo por impulsar una nueva institucionalidad desde los límites del mismo orden vigente, cuestión que no impidió a las élites impugnarlo por la fuerza.

Todo termina con un sangriento golpe que inaugura la peor dictadura que la historia de nuestro país. En cambio el 19 coincide con la celebración del ejército, que destaca en su rol de impulsores de la independencia nacional en el siglo XIX, hito que por muchas décadas llenó de orgullo a una parte de la población, que vieron en aquella efeméride una genuina representación de valores republicanos, institución no exenta de reproches que los colocaban en el bando de las élite, mantenía una cierta predisposición al reconocimiento de parte del pueblo, el mismo que en determinadas momentos prestó su fuerza y su carne, para combatir algún enemigo externo o interno.

El ejército es una representación simbólica de la fuerza de un grupo elitista que en el momento determinado rompieron con la metrópolis europea y declarar la independencia, y en ese proceso seleccionaron a los grupos sociales que los acompañarían en la administración del estado nación que surge de aquella guerra.

Todas estas consideraciones sirven para explicar la honda ruptura que significó el golpe y la dictadura, incluso el papel tutelar que cumplió en una parte de la transición pactada, que en el ejército tuvo como garante del orden impuesto en la dictadura.  

¿Cuál será el papel de este brazo armado de la élites en el contexto de septiembre que nuevamente viven ciclos de transformaciones?

De partida hay un contexto internacional muy distinto al que primó en gran parte del siglo XX y que de algún modo operaba como una cortina para las atrocidades que cometieron en aras de "mantener el orden". Sin guerra fría y en ascenso las nociones del derecho internacional humanitario, con redes sociales atentas a los actos de fuerza en cualquier lugar del mundo, actos de fuerza se vuelven menos desapercibidos en la globalidad del siglo XXI.

Pero además a novel interno, el ejército cuentas con varias querellas por delitos de corrupción que las jalan a ras de suelo, lejos del valhalla de los guerreros, como una institución con cuentas pendientes en el mundo temporal de los civiles.

Además el costo político para las FFAA de volver a ser parte de los que resuelven contiendas políticas es alto y no hay claridad si acaso en esa pasada estén dispuesto a ese desgaste, y una pista quedará en la memoria la declaración del general Javier Iturriaga, jefe de Defensa Nacional en la Región Metropolitana y su emblemática: “soy un hombre feliz, no estoy en guerra con nadie” en plena sublevación popular de octubre de 2019.

Como sea, en la perspectiva política, el ejército está en otra etapa, buscando de algún modo volver a tener un papel neutral, cosa improbable mientras estén los forados de impunidad con la que carga, pero al menos en esta pasada su rol simbólico será más importante que la coyuntura. 



 

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