Fin y comienzo, los hitos de un año

Estamos llegando al primer año de inactividad. Mi existencia siempre fue en torno al trabajo, la actividad incesante y productiva, en un sentido más amplio que la categoría marxista (potencia que permite movilizar medios de producción y obtener una cantidad de producto), pues parte de las creación de valor de mi trabajo está asociado al ámbito del ocio, la creación de acto creativo, y el despliegue del intelecto, que en mi caso era ser un obrero de servicios, y esto desde al menos hace 20 años.

Antes de llegar a la Maestra, mi actividad laboral estaba más vinculada al sentido estricto según la categoría marxista, esto es crear plusvalía como vendedor de mi fuerza de trabajo en beneficio de un tercero.

Todo aquello quedó en suspenso desde el 16 de marzo del año 2020, y cuando entramos a cumplir la primera conmemoración de aquel momento mi sentimiento es contradictorio.

Por un lado he hecho cosas que siempre quise realizar pero que la actividad nocturna me lo impidió, excepto, tal vez, no pude viajar y conocer lugares, acción que está restringida por la propia naturaleza que define una “pandemia”.

He escrito, he descubierto el acto de la preparación de alimentos elaborados, he escuchado y visto muchas obras del séptimo arte y del  mainstream industrial del entretenimiento, he hablado y he observado fenómenos sociales desde mi espacio de seguridad, con los medios tecnológicos a mi disposición para realizar viajes a las profundidades de la especulación, todo acompañado por mi compañera, sus hijos y una tribu de perros y gatos (vamos en 7 animales).

Por otro lado tengo la sensación que me está faltando la noche, el ruido, la monotonía de personajes que habitan la frontera de la normalidad, aquellos sujetos estimulados por alcohol y droga que dicen y hacen cosas ubicadas en la antípoda del comportamiento diurno y normalizado. También añoro las confesiones, las molestias y los odios por el papel que me toca jugar mientras soy trabajador nocturno.

La pandemia y sus consecuencias serán entendidas en contradicción del silencio obligado, y probablemente en presencia de la reacción de la obligación de la quietud de aquellos, como yo, que nunca quisimos del todo toda este silencio.

Algunos dices que la nueva normalidad será distinta a la previa a marzo de 2020, todo concentrado y más aséptico, sin tanto contacto. Creo que eso no es así. Será una liberación de varios meses de destape y algo de descontrol, para que al final de unos meses todos nos olvidemos de lo que estamos viviendo.

Que si es así, llegue luego!!



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