Cuando se hace una revolución


No hay amor que no se forje al calor furibundo de una revolución 
ni el horizonte que no sea claro después de caminar la distancia hasta la victoria, compañera 
de estas cosas te hablo cuando pienso en los días agitados de esta rebelión, 
de niños defendiendo barricadas, de niñas prendiendo mechas e incendiando las mentiras, 
por todos lados huele el deseo más extremo de este bello caos que inunda como no sabíamos en la historia de otra era: de amor y revolución 
y nos queda toda la esperanza, pues lo que se ha consumido en la hoguera es solo la injusticia, queda toda la vida juntos, una experiencia mejorada de este parto centenario que será recordado por la descendencia del próximo siglo 
y tu nombre  combatiente, y mi apodo conspirando contra la opresión, y agitados guardados en la madrugada confesaremos nuestros esfuerzos por conquistar una vida mejor, 
amada mía, la vida después de la rebelión.




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