Joker La Película, un relato social
El universo creativo de los comicbook* hace mucho tiempo que dejó de
ser un ámbito exclusivo para fanáticos o iniciados, aportando ideas que
claramente se expanden a todos aquellos que sin conocer el perfil de personajes
o sus contextos, los pueden identificar como parte de la cultura popular.
La industria de la entretención
es notablemente eficiente en leer las tendencias sociales, o dicho de otro
modo, es un correcto termómetro de tendencias y modas que circulan, como muchos
productos de la cultura de masas, y que por la magia de la tecnología de las
comunicaciones se amplifica, muchas veces, situándose como preocupaciones globales.
Por ejemplo la violencia, que
tiene elementos propios en cada sociedad local, en el caso de Norteamérica adquiere
ribetes de una historia épica que ha acompañado mucha de las definiciones de
hechos sociales que se han expresado en un sinfín de textos desde que esa nación tiene
existencia independiente.
Joker, la película de Todd Phillips, construye un relato que se
forma de modo independiente casi como referencia al cine de autor, y también
puede ser vista como un maduro esfuerzo, tendencia ya consolidada en los
últimos 20 años, por situar a los personajes del noveno arte expresando
temores, tensiones y desequilibrios de las sociedades modernas, y que a pesar
de ser narraciones locales, una ciudad imaginaria llamada Gotam, puede ser una muestra de muchas urbes que existen en el
mundo, infestada de las consecuencias de la sobrepoblación, con mala
planificación, segregada y peligrosa, con barrios y suburbios pensado para el
proletariado, el pobre y el inmigrante, y zonas que concentran el poder de la
aristocracia y la burguesía.
Estamos en presencia de una
narración que si se le saca todos los resquicios propios del personaje de
cómic, se sostendría como el relato de los males de la modernidad, con un
sujeto decadente e invisible, carente de identidad, casi patético, que circula
por las fronteras de la urbe, y que además reivindica una “apoliticidad” que lo
invisibiliza aún más, pero que igual disfruta del efecto político del caos, y que finalmente carga con una historia
personal y un diagnóstico psicopático que señala el conflicto más personal y
privado.
A pesar de lo que señalé
antes, igual hay una gran virtud que sea el Joker de Joaquin Phoenix, y no “El
Comediantes desquiciado” por suponer un improbable título de un film, pues es justamente
lo que sabemos por los cómic del payaso criminal lo que invita a verla, la
pregunta del origen, el metarrelato que se explica desde el momento en que el
hospital “Arkham Asylum” indica un vínculo inequívoco con la vida de Arthur
Fleck.
Acá en Sudamérica se ha
escuchado que respecto del estreno en EEUU han circulado preocupantes alarmas
sobre la posible ocurrencia de actos violentos, igual a lo acontecido en el tiroteo
de Aurora, en el marco del estreno de “Batman:
El caballero oscuro” de Nolan en 2012, donde un hombre mató a una decena de
personas inspiradas en el Joker de Heath Ledger.
Por lo mismo parece importante
señalar que el elemento que distingue al personaje que interpreta Phoenix es su
claro desequilibrio mental, más que su condición antisocial. El contexto político
lo que hace es exacerbar los rasgos psicopáticos, potenciar la desesperación y
soledad de un sujeto que con la ayuda adecuada probablemente podría tener otro
presente, pero hay una violencia que aplica el sistema, una saturada asistencia
pública es una característica en muchas concentraciones urbanas, que desplaza las esperanzas artísticas o
vocacionales de hombres como Fleck y lo transforman en máquinas de odio y
resentimiento, que en lugares como Chile se expresan en arranques de violencia
extrema xenofóbica, antisistémica y algunas veces delictual.
Esta es una película política,
está en sintonía con los tiempos, en la que muchos de los problemas de las
urbes en el mundo se pueden graficar en verdaderas zonas de guerra, donde casi
no quedan hálitos de esperanza.
Es también una precuela, el origen de todo aquello que
vendrá después, claro, se dan algunas licencias y giros inesperados que
explican más o menos piezas de las obsesiones que conocemos son parte de la
mitología superheroica del universo DC Cómic, eso es evidente.
En definitiva, una extraordinaria película que amplía el
rango narrativo de los personajes de esta mundo creativo a un nivel superior.
(*) Comibook es la versión
norteamericana de lo que en el resto del mundo se conoce como cómic. Se habla
de “libro de cómic” al formato serial de personajes, entre ellos de súper
héroes, que ha sostenido una industria de publicaciones de casi 100 años.