Allen en Maestra Vida

De baja estatura, delgado, lentes de botella, prominente frete, un observador ecuánime diría que es casi un gajo de humanidad. Así mismo llega todos los domingos, como una sombra desprovista de toda identidad entra y va directo a la barra, comenzando un íntimo ritual de veneración de la bella juventud en movimiento, danzarina, alocada, desbocada, pero palpitante, al punto de provocarle una excitación incomoda, incontenible y sonámbula.Bebe, y vuelve a visitar sus propios traumas de infancia y  juventud, con la dificultad tartamuda para declamar un poema, o articular un argumento razonable para conquistar la piel de la mujer deseada. También para entenderlas, simplemente le parecen seres inalcanzables. Solo una vez tentado por el anuncio de compañía pagada ha conocido a una, pero en el momento que podría haber concretado el motivo del encuentro un entumecimiento mezclado con la vergüenza de las palabras mal articuladas hizo terminar la reunión. Después de aquello se convenció que el momento llegaría por otro camino, una interacción ocasional, oportunidad que le entrega el único boliche heterosexual  que funcionando el domingo, cuestión que también tienta a las farreras de la noche y la fiesta eterna.Bebe otro, y sigue soñando con el olor de la chica que se vuelve loca con la canción latina. Sabe que no es el momento para salir a la pista, ambos requieren de mayor confianza etílica, él para hablar las frases preparadas sin equivocar, ella para no reparar en la condición fantasmal del bailador.Ya, es la hora, se acerca cuando ella está en la pausa.-Bailas -dice sin mayor atención del frenesí rumbero. Ella le mira entre las sombras tentadoras del lugar y responde apoyada en la baranda.-vamos.Él sabe que es la oportunidad de sentir algo más que la indiferencia y sabe que se juega todo en aquellos siete minutos.Aunque sabe su nombre, su actividad, sus gustos y otros asuntos pasajeros, vuelve sobre las mismas preguntas que ella apenas escucha, la atención está siquiera en la canción, en el baile, o en aquel sujeto, uno de los tantos que se mueven al ritmo.Termina, queda la última frase.¿Me acompañas a tomar algo?Gracias. Una cerveza estará bien.La sirven con diligencia. Es cuestión de minutos ya la chica a partido.Él tiene tiempo suficiente para esperar esa noche, y las seis noches que le separar del próximo domingo.

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