Representación del indígena norteamericano en "Dead Man" y el "Acid Western"
Introducción.
A Modo de
Conclusión
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Acid
Western: http://centrodeartigos.com/articulos-educativos/article_7915.html
Entrevista
a Jonathan Rosenbaum: http://www.lafuga.cl/entrevista-a-jonathan-rosenbaum/23
Shohat,
E.; Stam, R. 2002 "Multiculturalismo,
cine y medio de comunicación" Paidós, Barcelos España
Pinel, V. 2009 “Los Géneros
Cinematográficos: Géneros, escuelas, movimientos y corrientes en el cine”
MANON TROPPO, Madrid España
Cousins,
M. 2005 “Historia del Cine” BLUME,
Barcelona España.
Ripoll, X. 2000 “Sí, Bwana”
Alianza Editorial, España
El cine llegó a
Estados Unidos casi inmediatamente con los primeros avances de las técnicas de
filmación y proyección desde Europa. Esta tecnología creció e innovó en los
amplios territorios y ciudades de las costas del norte de América
incorporándose prontamente al desarrollo de proyectos de experimentación
artística permitiendo la creación de géneros y estilos propios a su
idiosincrasia (Cousins, 2005).
Por
lo tanto el desarrollo del cine norteamericano está vinculada a la
representación de una realidad histórica, social y cultural que se expresa en
el nacimiento de géneros específicos, siendo el western uno de los más identificables con su producción
cinematográfica.
“El gran atraco al tren” de 1903 y dirigida por Edwin S. Porter es en un par de
sentido un trabajo fundacional tanto para la técnica como para el género western (Cousins, 2005: 148). En 10
minutos de metraje esta película inaugura una manera de representar los mitos y
pretensiones imaginarias de la sociedad norteamericana como es la vida en la
frontera del oeste con una serie de elementos que se repiten hasta el día de
hoy, como es la violencia forajida, la falta de ley y la fuerza de la venganza
de las instituciones federales cuando logran controlar las situaciones
delictuales (Pinel, 200: 318).
Solo falta el elemento antagónico para que el género tenga
madurez. Con el indígena se completa el cuadro prototípico que circula en un film
de western con toda la carga
simbólica y fáctica que representa para la construcción del ser norteamericano,
con ese coqueteo entre admiración y desprecio por la alteridad india,
ambivalencia que en los primeros años significó participar tanto en obras que
alababan de alguna manera su forma de vida y denunciaban el irrespeto por los
tratados del gobierno norteamericano, o abiertamente hostiles hacia el avanza
civilizador del colono blanco (Ripoll, 2000: 79).
De
todas las dimensiones de representación cultural, es acaso una de las más
utilizadas la del western como género genuinamente norteamericano y que no hace
más que apuntalar una importante cantidad de estereotipos respecto del indígena respecto del colonizador de la tierras del
oeste del atlántico.
El objeto de esta monografía es identificar las líneas
principales del género en el contexto de las nuevas narrativas que se suceden
desde obras como The Shooting de Monte Hellman
(1966) –film que aunque no existe una representación explícita del indígena, sí
es constitutiva- hasta Dead Man de Jim Jarmusch (1995) donde se levanta
una tesis revisionista que sustenta el periodista Jonatahn Rosenbaum respecto del western como crítica simbólica
del ser norteamericano, con todos los cuestionamientos a su estilo de vida.
I.
Características del
western como género cinematográfico
“(…) Este género…
cuenta, en clave heroica o crítica, la conquista del Oeste de los Estados
Unidos y la difícil gestación de la nación americana.
Las ficciones del western se inscriben en un
pasado legendario que podemos sin embargo situar en el tiempo (generalmente
entre 1840 y 1890…) y ubicarlo al oeste del Misisipi, en ese espacio movedizo
de la en constante progreso hacia el Pacífico ” (Pinel, 200: 318).
Los elementos que enuncia esta definición sitúan en
términos generales el marco en la que se desarrolla los film western y que se
centra en la idea de la conquista del territorio interior norteamericano. Esta
frontera hace referencia y significación como parte del proceso de expansión
imperialista desde la costa Atlántica hacia el oeste, territorio indígena que
es presionado por sus recursos y que en el despliegue el colono se enfrenta
–con apoyo del estado- a los nativos (Shohat y Stam, 2002: 133).
Es siempre una frontera que se mueve de acuerdo a los
requerimientos argumentales o históricos, abarcando extensos territorios en que habitan distintas
identidades nacionales con costumbres y diferencias que en algunos casos los
enfrentan.
Se identifican seis periodos históricos (Pinel, 2009:
318-324):
a.
Cine Mudo (1894-1928)
con distintas expresiones que van del esfuerzo abiertamente etnográfico y
registral como Edison en “Sioux Ghost
Dance” de 1894 (Ripoll, 2000: 75) pasando por experiencias como la
mencionada “El gran atraco al tren”
de 1903 que aunque no aparecen retratado el indígena, pero sienta los elementos
constitutivos del género, u obras tan significativas como las de D. W. Griffoth
“The Redmam and the Child” en 1908.
b.
Inicios del Sonoro
(1929-1938) La dificultad para consolidar el género está dada por el traspaso
de un sonido ambiente que no siempre fue reconocido por el público. Se
mencionan “La Gran Jornada”, “Billy the Kid” de King Vidor.
En este periodo al indígena se le representa en dos
facetas, según sea la orientación del film, o como víctima (en el mejor de los
casos como parte del reparto) o como victimarios.
c.
La Renovación
(1939-1949) Se instala todas las características del género, con las
formalidades estéticas e ideológicas que corresponden, asignando papeles a
todos ellos.
Acá destacan “La
Diligencia” de Jonh Ford y las preocupaciones varían hacía la crítica y
cuestionamientos del procesos de expansión de la colonización al oeste.
d.
La Edad de Oro
(1950-1959) La reflexión del género comienza a exponer parte de las preocupaciones
coyunturales como es la guerra de Corea o el reconocimiento del papel del
indígena en la II Guerra Mundial, le asignaron nuevas significaciones al relato
del western con obras como “Flecha roja”, “Apache”, “La última caza” y “Yuma”.
e.
El Crepúsculo
(1960-1969). En contexto de crisis tanto de la cultura (respuesta es la
contra-cultura) norteamericana, la guerra de Vietnam y también el desgaste de
la industria cinematográfica, el género responde con un pesimismo crepuscular
con obras de diverso resultado como “El Álamo”, en donde el relato heroico es
profundamente cuestionado.
En este periodo el género traspasa las fronteras y se
instala en Europa con el espagueti western.
f.
Últimos estertores (desde
1970) En este periodo el relato heroico es abandonado para convertir el relato
en una abierta referencia del “presente”, respondiendo las dudas del pasado respecto
al proceso de colonización imperialista (cuando corresponde).
“La puerta del cielo” de Michael Cimino de 1980 es una
muestra de esta radical menara de enfrentar el género (aunque la respuesta de
la industria fue igualmente desafiante al dar la espalda a este film)
También es este periodo podemos identificar obras tan
significativas como “Pequeño gran hombre” que recrea un hecho tan importante
para toda la historia del western como es la batalla de Little Big Horn.
En esta última etapa se comprende la reacción
experimental se que inscribe film como “Dead Man” que invierten totalmente el
objetivo tradicionalmente responsable de hechos o ficciones inspirada en
fenómenos concretos por la especulación descriptiva de procesos oníricos y
síquicos en el que el indígena es un guía espiritual en un mundo modernos y
contradictorio.
II.-
La alteridad identificada en el indígena
El
fenómeno de la representación de la alteridad indígena en la producción
audiovisual está directamente asociado al desarrollo de la industria
cinematográfica en occidente. Desde las primeras producciones que abordan la
singularidad del sujeto nativo, se carga de estereotipos constituidos en
paradigmas asumidos como parte de un proceso histórico ampuloso, que la mayoría
de la veces no dice relación con la historia
real - esta última categoría que en todo caso también está en permanente
tensión respecto a la relación de conquistador-conquistado.
Desde la idea de frontera,
salvajismo, exotismo, sistemas de vida pre-moderno, son imágenes que se repiten
en decenas de historias, con planos y encuadres editados de tal manera que
resaltan el carácter impredecible de las naciones indígenas que resisten el
avance de los colonos (Shohat, 2002: 133).
El desplazamiento narrativo donde el
"otro" salvaje, en muchos casos perdió la guerra de la
"Conquista" ante un blanco civilizado, aunque imperfecto, pero
desarrollado. Toda esta carga ideológica que contiene el género, que transforma
a esta en un gran momento de adoctrinamiento de valores
"eurocéntricos" (con toda las complejidades que esto conlleva, donde
pudiera o no estar asociada a supremacía étnica y cultural) que determina
también el tono del tratamiento de esa alteridad indígena.
La evolución del género implicó,
desde la segunda mitad de la década 1950, una decadencia progresiva, tal vez
asociada a nuevos ritos culturales. Es desde esta época que se inicia un
proceso de revisión de las características del western y a la vez de la
significación del indígena como un otro al que se le asigna un nuevo papel en
el desarrollo narrativo.
La ambivalencia con la que ha sido tratada la
alteridad indígena en el western es descrito como parte Xavier Ripoll “…en unos film sirven para exaltar las
virtudes americanas y, en otros, para denunciarlas por absurdas e hipócritas.” (Ripoll,
2000: 79)
Esta
característica no se da, en todo caso, con esta claridad en relaciones con
otras alteridades, cuestión que tiene que ver tal vez con el peso que significa
para la historia norteamericana el proceso de expansión hacia el oeste.
El
indígena en un primer momento es retratado como parte de un grupo que está a
punto de desaparecer, por tanto es una filmación de urgencia y que responde a
la experimentación que realiza entre otros Edison hacia 1894.
Luego se
pasa a la representación ficcionada a partir de hechos históricos que responden
al proceso de expansión territorial hacia el oeste. En esta representación se
identifica al indígena o como víctima o victimario, según sea el interés
ideológico del realizador, destacando que muchas veces no existía ni trabajo
riguroso para recrear escenarios y ceremonias, por lo tanto en ese nivel la
recreación sirve para constituir estereotipos de los pueblos indígenas.
En otro
momento la recreación se hace a partir de actores blancos que son
caracterizados para que cumplan su rol,
en el mejor de los casos las comunidades pueden aparecer como arte del
reparto secundario en alguna producción, como una escenografía dentro del
territorio infinito que los planos generales muestran (Shohat y Stam, 2002:
135).
Es recién
avanzado la segunda mitad del siglo XX que el indígena comienza a jugar papeles
más destacados en la realización de un film, cuestión que tiene que ver con la
conciencia de los realizadores y la población que exige en algunos casos
autenticidad (Pinel, 2009: 319).
III.- La
ruptura del Acid Western y Dead Man En 1996 el académico y crítico
norteamericano Jonathan Rosenbaum[1]
acuñó el concepto Acid Western en
directa relación con la película "Dead
Man" del director independiente Jim Jarmusch.
Este constructo
teórico hace referencia a la reescritura de la narración de
la conquista y colonización del oeste norteamericano con todas las valoraciones
conflictivas que conlleva el género: viaje a lo desconocido, modernización como
utopía, transformación heroica, y vínculo con el otro nativo y generalmente
salvaje. Es, desde este punto de vista, un cine revisionista que trasvierte el
orden de los conflictos.
En la película señalada, el
personaje principal William Blake (el nombre del
poeta inglés del siglo XVII, un subversivo intelectual de aquella época) es un
hombre de la normalidad civilizada que va al encuentro de una vida mejor en un
trabajo como contador.
Las distintas
peripecias lo llevan a conocer a un indígena mestizo llamado "Nadie", un indio que está
representado en un segundo lugar, esto de forma muy ambigua pues su papel es
central en el desarrollo del relato, rol que paulatinamente destacará avanzando
el film.
Blake recibe una
bala en el pecho que no es pasible sacar, Nadie usa un cuchillo, por lo tanto
el viaje es de un hombre que no tiene otro destino que la muerte, de hecho no debiera
estar vivo por la herida.
De los toques
críticos que Jarmusch incorpora en el metraje es justamente la historia del
indio: es un mestizo que ha estado viviendo en Inglaterra y contiene una
formación occidental, por lo mismos conoce al poeta Blake (en pasajes de
dialogo recita sus versos), pero carga consigo la contradicción de no
pertenecer a su pueblo, es un excluido, en definitiva un extranjero en su
continente.
Este tipo de
enfoques trata el Acid Western, de resignificación del presente reflexionando
el pasado.
Muchas de las
preocupaciones que se manifiestan respecto al género como por ejemplo
estereotipos, idioma, ceremonias
(estudio etnológico de tradiciones de comunidades indígenas) en esta película
están decididamente –y políticamente- tratadas. Por ejemplo no hay traducción para algunos diálogos que se
reproducen y que al parecer son comentarios y bromas a los blancos
norteamericanos.
El rol de Nadie es
ser guía en el camino de transformación y conclusión del viaje heroico de
Blake, es la voz de la conciencia de un hombre que no ha vista la verdad detrás
de la apariencia, de su propia condición de "hombre muerto" que busca
el gran mar que está a la entrada a otro mundo.
El todo onírico y
sugerente del metraje le da un papel destacado al indígena al nivel del chaman,
un compañero espiritual que lo acerca a lo verdadero.
Este aspecto del
relato no es menor al romper la línea habitual en la que el indio sirve al
blanco como un compañero de aventura, en el mejor de los casos, donde el blanco
es la representación de la salvación. En Dead
Man el blanco es el que no tiene otro destino más que buscar en el espacio
mítico indio una salida a la muerte que de algún modo representa la forma de
vida occidental, hay una búsqueda cargado de significado donde el indio es el
que sabe las respuestas trascendentales.
El
western es probablemente el mayor aporte a la cultura fílmica mundial, con
todos sus estereotipos y redundancias ha permitido representar desde distintas
perspectivas al nativo norteamericano, permitiendo describir formas de vida que
le interesa primero que todo a los propios habitantes del norte.
La
posibilidad narrativa que tiene el género, para los realizadores que lo usen,
son amplias, como lo muestra Dead Man, permitiendo un amplio registros de
lecturas del ser norteamericano, su relación con la alteridad y la descripción
de la historia de ese país.
Por
lo significativo e influyente del western en el mundo, es necesario entender su
dinámica de recreación y representación, pero igual de importante es analizar
los mecanismos de construcción de la alteridad etnológica y como producto
cultural-mediático.
El
indígena hoy tiene muchos más poder de decisión que hace 50 años, y aun falta
mucho para situar en una justa ubicación las formas culturales y políticas,
mientras tanto trabajos como el que reseñamos sirven para entender el proceso
de revisión del género.
Bibliografía
[1]
Artículo que origina el concepto: http://www.chicagoreader.com/chicago/acid-western/Content?oid=890861