Misceláneo
Un poema no puede llamarse “misceláneo”.
Porque desproporciona la verdad, el primer indicio, la
originalidad de los actos que impulsan el alma del poeta.
Un poema se debe identificar como: “Aroma”, “Flor endiablada”,
“Canto nocturno”, “Canción desdichada”, “Te espero”, “Me espantan tus
silencios” o "Rebelada".
Cuando un verso inicia hablando de los misterios de la
carne, refiere sobre lo que debe contener un poema: el dilema entre el
vivir sin esperanzas o el morir en el silencio.
Un verso debe pensar en una mujer, o mejor, en la persona que se quedó en el recuerdo, o que es presente incierto, o futuro
improbable.
Las adjetivos de un poema debe numerar las dimensiones
como un estallido de universos, cada una es un estado de conciencia, una
superposición de ideas que llevan a la totalidad de ese objeto.
Debe ser una declaración pretenciosa y
subjetiva de intenciones, no es un exabrupto, ni un discurso, ni el menú de un
puesto de comida al paso (somera declaración funcional).
Misceláneo es un orden aleatorio sin voluntad ni
sentimiento, es la dureza de una tarde fría sin compañía, es la manada sin
estaque donde beber, son las alas agobiadas sin una rama donde descansar.
Misceláneo hace referencia a la razón sin razonamiento,
al alma sin carne donde asirse, a los números por técnica sin obstinada
motivación.
Misceláneo es la cantidad de minutos en la espera de la
atención en el banco, o las franjas del paso de cebra vacías de pasos, o las cantidades insignificante de periódicos que se venden en la esquina de una calle sin apodo.
No es misceláneo tu nombres vociferado en una estación
de metro mientras te alejas, o las historias que vamos construyendo mientras inventamos esta
ciudad modular, o la visita permanente al museo de
objetos en serie.
No es misceláneo
las ideas y conceptos que rescatamos del oráculo de la Sibila, que nos revela
el destino probable de nuestro empeño.
¿Ves la diferencia entre la larga marcha de objetos
inertes y el aroma de una mañana florida escapando de la noche intensa?