Nuestra América o cómo será el milenio de los mestizos


América para el mestizo. Debiera ser el rasgo distintivo de nuestro continente. Indígena y europeo, africano e indígena, europeo y africano. Mestizaje es todo lo que nos ha legado la experiencia de estos cinco siglos y entre medio la esperanza que podríamos resumir en una voz e idea: “Nuestra América”. 
Los yanquis proclaman América para los americanos en una especie de apropiación mal intencionada que nos coloca inmediatamente en una situación de dependencia que marca los rasgos culturales de los que habitamos al Sur del Río Bravo. 
Pero la idea de Nuestra América, primero en su contenido unitario y emancipador, es un concepto que cruza el horizonte de la historia, es una referencia que escapa a la temporalidad de alguna coyuntura, es un grito que tiene vigencia en voz de Francisco de Miranda o José Martí, hasta Salvador Allende o Evo Morales proclamando la nacionalización de las riquezas naturales. 
Cada cierto tiempo adquiere sentido y despierta en actualidad no mediada por los poderosos, es una verdadera reafirmación de un sentido común, no superado por las tendencias de los medios de comunicación  que intentan ocultar esa dependencia de “América para los americanos”. Nosotros gritamos “Nuestra América” con la rebeldía que ha permitido construir identidad sin dar la espalda a todas las voces que han aportado al mestizaje: que puede ser más sincero que un bolero compuesto de palabras castellanas, con instrumentos mezclados y con cadencia africana en un entorno cultural como las islas caribeñas. 
Esta vigencia es lo que nos llena de esperanza, nos tenemos a nosotros, nuestras capacidades y sensibilidades, nuestra historia y territorio. Los componentes están para que este sea el milenio de “Nuestra América”. 
La urgencia ahora es seguir despertando. Cuando el extranjero del norte nos ve, solamente percibe una gran mancha verde, salvaje, casi inmaculada. A lo mucho sospecha de nuestra historia de patio proveedor de alimentos. Esa imagen nos retiene y limita, pero tiene una virtud... y es que tenemos un origen y un destino común. ¿Qué seríamos sin las distintas voces de los peruanos, bolivianos, colombianos? ¿Sin la grandeza del Brasil o la inmensidad de Argentina? 
Por todo esto es que el sueño emancipador y unitario de los padres fundadores del continente gritaron hace casi tres siglos “Nuestra América”, con un acto fundacional de un proceso que nos entiende unidos. 
Ahora, en este instante un grupo de habitantes baila y disfruta, es la fiesta que caracteriza al sur. Nos detenemos un momento para descubrir que estamos hechos de la misma materia, con las mismas intensidades, con los dolores y resultados comunes. Nos damos cuenta que nos tenemos a nosotros, nos contenemos en este continente que es “Nuestra América”.

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