Darwkins, los genes y nuestra trascendencia
UNO. Resulta que la teoría de Richard Dawkins sobre la proyección del ser humano desde la perspectiva genética tranquiliza y provoca.
En El Gen Egoísta, el biólogo platea que el ser humano es el vehículo por el cual la unidad esencial de la vida, el gen, se proyecta. Visto de una perspectiva estrictamente biológica nuestros cuerpos son el depósito del objeto de existencia de estos organismos.
Básicamente los genes serían unidades que transmiten información, por la unión que se produce en la cópula, con las miles de variables que van a indicar las características de los sujetos que finalmente seremos.
Esta primera idea, la de “depósito” de genes es inquietante y tiene algo de irónico, una jugarreta que desorienta, pues toda la reflexión posterior, sobre el teleología del ser humano no tiene mayor significación pues la asociación de referencias al carácter de humano se resuelve con la constatación de la capacidad que tiene el gen para adaptarse al medio reduciendo a los seres vivos con todas sus complejidades a medios para la supervivencia de aquellos.
Esta teoría tranquiliza pues un efecto de utilidad en nuestro transito en un ciclo mayor de eventos desconcentra la pertinencia de muchas de las preocupaciones de la vida cotidiana. Toda una cultura de la premeditación trascendental se va al tarro de la basura, los discursos y mensajes fatalistas que generan individuos concientes de la culpa de la vida es un juego perverso de control.
En general hoy en día el concepto de este etólogo sobre la evolución es más o menos aceptado y validado como certera, a pesar de la resistencia ideológica de las religiones monoteístas que niegan a la evidencia con discursos morales. Y en eso está justamente la provocación política de los conceptos de Darwkins.
DOS. Los orientales enseñan el valor del transito enfocado en la trascendencia espiritual. Aplican una serie de enseñanzas que centran el esfuerzo en el desprender de las cosas que atan. Tal vez en contrasentido a la orientación de Darwkins da a su teoría, la idea del gen como transmisor de una unidad de información del antecesor, simbólicamente, tiene mucho de budista.
Yo trasciendo de dos maneras: Ontogenéticamente y filogenéticamente, es decir como referencia a la carga genética y el medio en que nos desarrollamos; y como referencia al repertorio de herramientas que nos permiten interactuar con el medio. Dicho de otra forma: cómo somos (Ontogenia) y como nos comportamos (Filogenia).
Estas dos variantes son determinadas por la carga de mi cromosoma al momento de unirlo en acto copular.
En ese momento, y en la medida que prospere ese cigoto, podremos hablar de un individuo que trasciende de los que han aportado para que él exista.
Es un extraña coincidencia que se multiplica en el saber humano, porque a pesar de la dureza e ironía de la teoría de Darwkins, nos deja un desafío mayor, que nuestro estado en la tierra sea lo más reconfortante, no solamente para nosotros, sino que para toda la descendencia, pues ahí está nuestro legado trascendental.