Boris Piñera-Godunov y los conflictos -e intereses- de poder

Boris Godunov es la obra cumbre de la opera Rusa, de Modest Petróvich Músorgski, es además una compleja creación que reflexiona sobre los distintos aspectos del poder, los conflictos del liderazgo y la responsabilidad política.
Ahora bien, el conflicto político y sicológico de Godunov (Zar que sucedió a Iván el Terrible el año 1598) es el que podemos encontrar en todo sistema político, dicho en el concepto postmoderno acuñado por Michel Foucault, es un claro ejemplo de Biopoder. En este caso invertido por cuanto quien detentaría el derecho de vida y muerte no es el monarca, sino los súbditos, el pueblo.
Cuando Músorgski concibió su obra se fijó en el conflicto que vivía Rusia decadente de mediados del siglo XIX, a la vez que es la representación de las contradicciones generadas por la culpa del Zar, un sujeto que ha llegando a la más alta dignidad corrompiendo y eliminando cuanto obstáculo encuentra en su camino.
Este drama tiene tan especial contingencia en nuestro contexto histórico, pues cualquiera podría suponer que el liderazgo y la autoridad que se sostiene en nuestro país son movidos por las mismas contradicciones y rezagos que muestra la obra de Músorgski.
Tenemos un zar que hace de su gobierno una extensión ejecutiva de sus experiencias personales-empresariales, con los conflictos de interés que fácilmente podrían ser identificadas con los sentimientos de culpa.
Pero existe una característica más significativa, la progresiva decadencia de Piñera-Godunov con un final oscuro, donde los fantasmas de sus malos actos y mal gobierno le exigen la purificación con fin del gobierno.

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