Es presente con la Hechicera...
Algo tenía en la mirada, un dejo de tristeza, mezcla de un sueño no cumplido, de una hora que no deja de terminar, un sentimiento secreto que lleva en el corazón. Supuse que debería esperara que las palabras o los gestos fueran liberando el dique, la contienda en su interior. Le tome una mano mientras con la otra revolvía con la cuchara un postre de dulce temporada.
Ya no es la chica Reef, la del recuerdo indeterminado de hace un año, ahora es la hechicera que acompaña las tardes deformes de calor y deseo, la que refresca la memoria, la que despierta mis mundos y salva mi rumbo, la que despeja con poesía la sombra de la noche eterna, la que alegra mi esperanza. Es ella la hechicera, la que me convirtió en un cronopio dichoso de abrazar su singularidad.
No pregunté, solo se lanzó a describir sus laberintos, las costras que inducen el alma a esquivar caminos. Busqué en sus ojos la luz, una serenidad que siempre rompía la inercia de mis pasos. Esta vez fui el que debía abrazar fuerte, el que debía contener sus pasos, su cuerpo nunca desolado, yo el cronopio que flota alredor de su humana santidad, yo el Fama que fue devuelto en mi actual esencial presencia.
Caminamos, casi volamos, por la costanera del río que serpentea la ciudad ahumada. La abracé cada vez que sentí que se estremecía, y la abrace con cada respiración, y la abracé cada vez que pidió que le abrazara. Así llegamos a los pies de una montaña. Subimos, entre una nube olorosa llegamos a la cima. Era casi el ocaso, era el momento de la decisión…
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