Charly Pérez, 4 años de silencio

Un día como hoy, pero hace 4 años, algunos de los trabajadores y rumberos de Maestra Vida nos despertábamos con la noticia del fallecimiento de Charly Pérez. Hijo destacado de la clase media ilustrada de este país, de la generación que empujó programas de transformaciones políticas, con una importante formación cosmopolita, de profundos compromisos progresistas arraigados en una visión liberal del ser humano, una historia de compromiso con  las reformas que lo llevaron a ser un colaborador del gobierno de Salvador Allende, de su regreso del exilio en Ecuador trajo entre su equipaje experiencias y una idea de construir un espacio de inclusión de todo aquello que entendía como valores esenciales: libertad, solidaridad y fraternidad, junto a su amigo Manuel Bulnes, crearon un lugar que cada semana da tanta felicidad a quienes lo visitan.

Charly fue de convicciones fuertes, y en esa fuerza, contenía la vehemencia de la genialidad, lo suyo eran tocar los límites, aunque en esa deriva provocara incomodidad, incluso dolor. No fue un ser humano fácil, de aquellos que dan concesiones a cada uno de los que se le acercaban, pero a la vez en esas jornadas de rumba eterna sabía reconocer la inteligencia y la honestidad. Formó una corte de amigos y camaradas que le acompañaron en los momentos importantes de su vida, su familia era aquella de filiación sanguínea y de vínculos personales que exigía energía de cada uno de los que le trataban, esa mañana de 25 de octubre perdimos a un hermano, un padre, un amigo, un compañero.

Su mayor legado es la que sobrevive con su impronta en cada rincón de Maestra Vida, la luz y la sombra que habitan en las esquinas del local, obra de su concepción estética, de la noción que lúdicamente pensó: el brillo o la oscuridad de la rumba la portan los que habitan las pistas y barra del boliche, no el artificio de alguna farándula mecánica, el goce está en los cuerpos y se sostiene en esa performance.

En esta hora de incertidumbre, cuando los procesos sociales y políticos exigen entereza y convicciones, echamos de menos su lucidez para exponer puntos de vista, que certeros o no, nos permitía discreparle y disputar tal o cual aspecto, para finalmente hacer lo que le convencía. Nos hace falta su disrupción, pero los que estamos acá sabemos que de algún modo intentamos ser consecuentes con su ideología: “El mundo no está necesariamente cagao, si transformamos la mierda en guano puede que exista salvación”. Así será.




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