APRUEBO, no hay otra alternativa para la izquierda

Hoy la campaña entra en la última etapa, restan 10 días para el plebiscito, y en un no tan sorprendente esfuerzo las élites han pasado adelante en su empeño en RRSS y medios de comunicación, levantando una montaña de mentiras e interpretaciones amañadas de la propuesta constitucional.

Pero esta vez quiero llamar la atención de un vociferante esfuerzo de parte de grupos radicalizados -infantilismo de izquierda- que están llamando a anular/ abstenerse en la votación, en el supuesto que el aprobar o rechazar serían un impulso en una misma dirección: validar el sistema y consecuentemente el neoliberalismo.

Es tan simplista -casi vulgar- la deriva de las aprensiones que esgrimen para sostener sus llamados que no resiste mayor hondura. En todo caso alguno de los reclamos sobre los que sostienen su posición sí existen: vacíos de contenidos, temas que quedaron a medio camino, expresiones institucionales que no estuvieron a la altura de las expectativas de sectores populares y de izquierda, no obstante, en un genuino acto de honestidad intelectual y político, nadie podría no admitir que el resultado es absolutamente positivo en favor de los cambios sociales que se exigieron desde octubre de 2019.

Pero la obsecuencia con el orden legado por la derecha -porque esa es la consecuencia de su llamado- no les permite asumir que ante la urna (asumiendo la obligatoriedad del sufragio, sino el pago de una multa) están dispuestos a anular el voto. Es tan irresponsable y egoísta que no merecería mayor esfuerzo en contestarles, pero al parecer nos encontramos ante un escenario cerrado, en que todos los votos valen y sería preferible que aquell@s que están tentados por el camino simbólico de la invalidación del voto, que lo reconsideren por último por el esfuerzo de un grupo de constituyentes que desde posiciones de avanzada lograron construir un documento que es muy superior al vigente.

Se ha dicho, y suscribo esta tesis, que la propuesta es un punto de partida que debe iniciar un camino de consolidación de cambios sociales y políticos, que ese debe ser el horizonte, que mientras nos acercamos a esa meta la constitución (socialdemócrata-reformista) debe ser aprobada. No hay otra alternativa de momento y debemos actuar con criterio de realidad.

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