Sergio "Checho" Martínez, un transeúnte de la historia de la bohemia

Sergio “Checho” Martínez fue el emblemático mesero que atendió por más de 20 años Maestra Vida. Pero antes, en la década de 1980, fue el garzón principal del mítico “Jaque Mate”, bar que se encontraba en Alameda número 99, primera cuadra, a pasos de la actual plaza de la Dignidad, espacio frecuentado por todo el universo underground en aquella época: músicos, intelectuales, artistas de distintas disciplinas, estudiantes, borrachos, bohemios travestidos, y algún político ingenuo convencido que se iba a desmontar la obra de la dictadura cuando avanzara la democracia, todos juntos en la fiesta alcohólica de la madrugada del Santiago que comenzaba a vivir la transición.

Francisco Casas en Yo, yegua describe en un pasaje de su obra el siguiente ambiente donde destaca la figura del Checho: “A esta hora las mamparas de vidrio del Jaque Mate permanecen cerradas con llave; don Sergio de esa forma mantiene el control sobre las veinte mesas disputadas a puñetazos por la energúmena clientela. Él funge en estos casos como árbitro y padrotea las ubicaciones de acuerdo a las propinas de los adversarios. Otra de sus funciones es restringir el ingreso. Con entusiasmo mal pagado discrimina a quién sí y a quién no. Reconoce con ojo de lince a sus clientes… Los mozalbetes, azuzados por las charlatanas yeguas, comienzan a sacar el habla hasta batirse verborreicos contra los intelectuales trasnochados sobre las baldosas en blanco y negro, como peones de esta singular partida de ajedrez”.

El Checho contaba la anécdota que entre las visitas al desaparecido bar se contaba a Charly Pérez, ya había iniciado la aventura maestrística, y cada vez que se daba la oportunidad lo tentaba para que se fuera a trabajar con él. Le prometía un inigualable trato que implicaba tener potestades de dueño y señor del trabajo de atención de la intensa clientela de la salsoteca. Probablemente el desplante y disposición que describe Pancho Casas era lo que Charly valoraba del experimentado trabajador.

Finalmente en un acto de claridad ladina, y ante la evidencia de que el negocio del bar comenzaba a decaer aceptó la invitación y el años 92´ o 93´ llegó a hacerse cargo de las mesas, tarea que continuó realizando con empeño único casi hasta el día de su muerte.

En este personaje se funda en parte algo del carácter de la atención al público que hasta el día de hoy mantiene Maestra Vida, una especie de responsabilidad de los rumberos y clientes de que estar en este espacio es meritorio por sí mismo, y que por lo tanto si hay rigores en el acto de disfrutar la rumba los debe soportar como parte del rito, es decir, si se siente estrecho el local atestado por 250 rumberos, o no hay aire acondicionado, o la pista tiene algún desnivel (nadie se ha caído bailando por aquellos ripios), o los baños no alcanzan a ser atendidos a tiempo, y el personal responde lo mejor que le permiten las condiciones, si esto es incómodo para su experiencia personal, mejor busque otra salsoteca, en Maestra la cosa es de la mata.

Don Checho fue importante para la construcción de la identidad del local. En parte transmitió su carácter formado en otra docena de experiencias en varias décadas de trabajo nocturno, y la referencia de aquella condición de "personaje" quedó registrado, tanto en escritos como en imágenes.

Por ejemplo en el documental "Lemebel" de Joanna Reposi aparece una escena de vídeo en la que la poeta Carmen Berenguer describe la impronta del Jaque Mate para el colectivo "Las Yeguas del Apocalipsis". En un instante se ve por detrás de los bohemios, concentrado, apurado y disciplinado el Checho, presto a la atención de algún cliente, igual como tantas noches lo podíamos observar en Maestra Vida.




Estamos viviendo tiempos excepcionales, donde más que nunca la memoria se transforma en una afirmación de la historia de los lugares y las personas que transitaron por estos espacios.

Y Checho Martínez fue sin duda la síntesis de un personaje que se fundió con el espacio en el que prestó sus servicios, y Maestra Vida le debe mucho por eso.


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