Maratón y la venganza de Darío I
El emperador de persia Darío I intentó conquistar y doblegar las polis helénicas en la llamada primera guerra médica (hace referencia al que para los griegos era el imperio medo/medio), hacia el 500 antes de nuestra era.
La anécdota dice que tras el estrepitoso fracaso en la batalla en los campos de la ciudad de Maratón (-490), distante 42 de Atenas, Darío regresó derrotado a su reino, pero con la intención de volver a rearmar su ejercito para cobrar venganza de la humillación, ordenó a un esclavo que cada día, de ahí en adelante le recordara al despertar: señor, la memoria es frágil, recuerde Maratón.
Esto lo traigo a colación para explicar esa necesidad que tenemos algunas personas que suavizamos el dolor del golpe, las cicatrices de las heridas con el bálsamo del tiempo.
En la Defensoría, por ejemplo, siempre nos tocaba atender a personas que venían indignadas, ofendidas, humilladas incluso, por la acción de un funcionario policial que les había agredido en el marco de una protesta, llegaban dispuestas a que les ayudáramos a encontrar justicia, con las huellas de la violencia muchas veces a la vista, pero al pasar de los días, semanas, y meses el impacto inicial se difumina en un estado de relajo que hace que perdieran el interés.
Yo tengo un par de asuntos pendientes, y cada mañana mi esclavo interior me recuerda como un susurro insistente: Maratón, recuerda las heridas, para que del mismo modo me coloque a trabajar para encontrar la “venganza”.
Maldito esclavo, no me da tregua.