Una advertencia a la visita de un Dios vengativo
Nenita ha sido la proveedora de almuerzos, empanadas y embelecos desde siempre, tanto para la gente de Maestra Vida como para los habitantes del barrio. Hace algunos años entró al culto evangélico, y habitualmente el pastor de su iglesia está en el local comiendo y compartiendo del trabajo de la querida cocinera.
Hace algunos meses, a raíz de la enfermedad de nuestro amigo Julito, su culto realizó una rotagativa de pastores por su salvación; además otros creyentes también encomendado al afectado a los “médicos” brasileños; y se supo que una venerable vecina encomendó a la virgen católica la superación de las dolencias.
El asunto es que entiendo que a parte de esos apoyos espirituales también se le realizó un exitoso tratamiento que lo tiene de momento con mejor capacidad física y ánimo, un “milagro” si consideramos el estado en que estuvo después de la operación.
Hace algunas noches pasé a saludar y a comprar una empanada y obviamente la Nenita se congratuló del mejorado estado de nuestro amigo común, a lo que le aporté: ¿de quién será el milagro? Ciencia, los brasileños, la virgen o el Señor del evangelio. Creo que no es un dilema descabellado para una conversación de madrugada en Bellavista.
El asunto es que el pastor, que estaba escuchando nuestra conversación, intervino y tomó bastante mal mi pregunta, es decir no podía creer que se comparada a su Señor con unos indios que bailan en la selva, o cualquier otra referencia a los mitos, sistemas de creencias tan significativas como la que creo profesan él y sus seguidores.
Casi en el paroxismo del “debate” concluyó con la siguiente advertencia. Sentenció: hace algún tiempo él conoció el caso de un sujeto que después de negar al Señor, cayó muerto. A mi, en todo caso, solo aseguró que aquella madrugada el Señor se me manifestaría de tan modo que me arrodillaría ante su grandeza.
Ha pasado una semana y aún espero esa manifestación, miro y reviso las veces que me he salvado de la muerte, o las enfermedades que no he padecido, o el sufrimiento que no ha llegado.
Qué seguira de aquí en adelante.
Hace algunos meses, a raíz de la enfermedad de nuestro amigo Julito, su culto realizó una rotagativa de pastores por su salvación; además otros creyentes también encomendado al afectado a los “médicos” brasileños; y se supo que una venerable vecina encomendó a la virgen católica la superación de las dolencias.
El asunto es que entiendo que a parte de esos apoyos espirituales también se le realizó un exitoso tratamiento que lo tiene de momento con mejor capacidad física y ánimo, un “milagro” si consideramos el estado en que estuvo después de la operación.
Hace algunas noches pasé a saludar y a comprar una empanada y obviamente la Nenita se congratuló del mejorado estado de nuestro amigo común, a lo que le aporté: ¿de quién será el milagro? Ciencia, los brasileños, la virgen o el Señor del evangelio. Creo que no es un dilema descabellado para una conversación de madrugada en Bellavista.
El asunto es que el pastor, que estaba escuchando nuestra conversación, intervino y tomó bastante mal mi pregunta, es decir no podía creer que se comparada a su Señor con unos indios que bailan en la selva, o cualquier otra referencia a los mitos, sistemas de creencias tan significativas como la que creo profesan él y sus seguidores.
Casi en el paroxismo del “debate” concluyó con la siguiente advertencia. Sentenció: hace algún tiempo él conoció el caso de un sujeto que después de negar al Señor, cayó muerto. A mi, en todo caso, solo aseguró que aquella madrugada el Señor se me manifestaría de tan modo que me arrodillaría ante su grandeza.
Ha pasado una semana y aún espero esa manifestación, miro y reviso las veces que me he salvado de la muerte, o las enfermedades que no he padecido, o el sufrimiento que no ha llegado.
Qué seguira de aquí en adelante.