noches largas
Siempre aparece el invierno al final de la noche. En la madrugada, cuando bajo al fin la cortina metálica, siento un escalofrío que es igual a un soplo helado de julio.
Mientras no es el fin de la madrugada, en todo caso, soy un observador omnipresente que no influye en los acontecimientos, esperando que las personas entren, bailen y se vayan.
Hay veces que esa monotonía se rompe y debo usar la fuerza para marcar el punto supone en el local: acá se vive rumba, no se pelea, el único que tiene derecho a plantar puños soy yo...