Viaje, mito y justicia

I. En el modelo propuesto por Joseph Campbell, el viaje es un recorrido que se inscribe en el imaginario arquetípico de todo relato en la humanidad, y por lo tanto es un impulso indispensable para el desarrollo de los miembro de la comunidad. 
No hay ni un relato mítico que no esté inaugurado por el viaje, los más comunes son los del héroe y el de iniciación (Gilgamesh, Ulises, argonautas, Buda siddharta, Jesús… los señalo para indicar su importancia en todas los sistemas culturales). La perspectiva es siempre que en el viaje, el resultado es el cambio, no hay otro modo de sostener su impronta. Cuando hay viajes inconsciente es más difícil darse en cuenta de esa transformación -la mayoría de las veces será la sumatoria de los movimiento aplicado a lo largo del tiempo los que darán un resultado significativo (¿leamos “Muerte de un viajante” de Miller?).

Además hay pequeños viajes que sí son profundos, marcando a los que participan en ellos de modo indeleble, que afecta la memoria de largo plazo. 
El del domingo fue en mucho sentidos un viaje que para los que participamos fue una jornada de transformación, iniciación, desarrollo o conclusión. Para los pequeños fue asomarse amorosamente a una realidad dolorosa pero indispensable para la comprensión del presente y el futuro de sus vidas en sociedad. Para los jóvenes puedo ser -en este punto solo voy en dirección de la especulación- la reafirmación de algo que ya sabían por estar inciertos en la vida de un país que aún debe sanar muchas heridas, para los más adultos fue reforzar el compromiso por la verdad y la justicia.
Agradezco la invitación, porque te debo confesar que de tanto tener conciencia de lo que falta de justicia en este país, uno termina perdiendo de vista el rostro de los/as que sufren la espera eterna de aquellos que les fueron arrebatados sin explicación.
Te entrego estas fotos como el empeño en ese viaje, y que a ninguno de los que estuvimos nos dejó indemne.


II. Dos momentos del viaje:

a) El sollozo de la madre ¿porqué llevaron a mi hijo?
Suena con una pena que desangra desde adentro. 
Caminaron encabezando la procesión, cuantos caminos recorridos van desde hace la décadas, viajes siempre dolorosos, pedregosos, peregrinas que buscan respuestas simples de seres doblegados por el miedo, aveces por la vergüenza, al fin, por el odio.
Va una madre, 80 años y más, baja, encordaba, de negro, apoyada por el bastón y sus compañeras de ruta, suben silenciosas un sendero de este perdido paraje de la cordillera de la séptima región, Parral.
Acompañan a unos metros atrás otro grupo, jóvenes y niños, mujeres enteradas por el compromiso de la historia de las madres y hermanas que le fueron arrebatados al hijo, al hermano, al compañero.
Llegando a un claro, habrán sido nos más de 500 metros desde el camino principal. 
Un guía de la colonia indica: este es el lugar de las inhumaciones, una fosa, la sexta, en el conteo de las agrupaciones y la justicia.
El silencio. Un circulo de las mujeres, son nueve y al lado un sacerdote cristiano realiza una oración: perdona nuestros pecados, perdona…
Habla una de las mujeres, una hermana, habla otra mujer, otra hermana, De pronto la mujer del bastón habla, fuerte, claro. 
“Se lo llevaron una noche, nunca más supe de él… porqué, porqué, porqué”
Superando la opinión de Hannah Arendt, hablando de “banalidad del mal”, quienes hicieron lo que hicieron no tienen perdón.

b) Al volver de ese cerro, nos adelantamos en el vehículo que nos trasladaba, nos perdimos entre los parajes de un pedazo de país, o dicho de otro modo, una fracción del centro de Europa en el sur del mundo, me dice una de las acompañantes. Una colinas de postal, un sol que corona todo como una imagen salida de un almanaque.
Todo bello, pero perdidos.
Se nos cruza “amablemente” un vehículo en que viajaba una pareja de teutones con acento chileno.
Muy bien, dice después de entender en qué estábamos metidos en su “nación”, sigan por este camino sin doblar hasta la saluda.
Perderse en el villa Baviera y sentir el control de todos nuestros movimientos, aún hoy, después de lo que ha pasado, y darnos cuenta que ellos deben saber donde están los desaparecidos.



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