Ariadna y las antípodas
Me pregunto si acaso somos
antípodas, las dos caras de un mundo decadente, o el inicio de una
brillante coincidencias de astros y deseos.
O mejor aún, seremos el
mito de Ariadna y Minotauro, donde yo estaré en el extremo del hilo que conduce
por el laberinto, a aquel estado del que se refería Bataille: La petite mort, cada vez, cada vez que
acaba ese acto de puro goce y que nos deja tirados, eso sí, más cerca de la
muerte.
Y en verdad no quiero que
seamos tú Ariadna, yo el Minotauro que cae ante el héroe, el mito que describe el
triunfo y que está contado en algún rincón del mundo. Quiero que Ariadna se
quede, deje que el Minotauro la devore, la consuma , y luego limpie las
heridas, porque en esta reversión ella es la amante y castigadora, la que se
amarra con el hilo, se amarra a la bestia, deja, sé esa mujer, y yo el toro que
te abraza después de morir un poco.