Marx, una cuestión de epistemología y tres cuestiones de economía política
I. La diferencia entre la economía política clásica,
la crítica de la economía política y la economía convencional como disciplina. La distinción epistemológica entre la
economía política de Marx y la economía científica convencional.
El debate epistemológico referido al carácter
científico de la economía está cruzado por el desarrollo de las ciencias
sociales, y toda la carga de pretensión de conocimiento en el siglo XIX, sobre
su sentido disciplinar que intenta entender y controlar los fenómenos
económicos.
Es significativa la coyuntura que mencionamos pues en
la misma época en que se despliegan todos estos esfuerzos académicos, Karl Marx
plantea una crítica radical a la economía científica o neoricardiana
(discípulos de David Ricardo) desde otro supuesto epistemológico.
La economía política clásica es en todo caso la fuente
teórica desde donde emanan muchas de las ideas que Marx utiliza, desarrolla y
critica, misma fuente que nutre a la llamada economía científica.
Desde 1840 se puede situar el inicio la económica como
una disciplina científica, periodo en que Marx desarrolla también su crítica.
En este punto es importante indicar que la pretensión de cientificidad de los
economistas “académicos” es poder expresar en una opinión fundada la “neutralidad”
y “objetividad” para entender los fenómenos económicos de la misma forma como
Weber o Comte quería explicar el comportamiento humanos desde la sociología.
El esfuerzo de Marx es desarrollar, en cambio, una
economía política en un sentido instrumental, esto es, como una reflexión que
ayude a comprender y enfrentar al capitalismo, transformando su sentido y
dirección.
Esta diferencia es central, por cuanto la economía
científica se recluye en la academia, en el aula (como toda ciencia social) y
desde ahí observa, cuantifica y propones hipótesis que sirven a los agentes
económicos –en este caso- para desplegar o no medidas políticas públicas o en
el mercado, apoyando la actividad empresarial incluso por sobre el sentido
académico, es decir una disciplina que se interesa en el “negocio”.
En cambio Marx realiza su esfuerzo por clarificar el alcance
y orientación del discurso metodológico de la pretendida cientificidad, que no
es otra cosa que mecanismo de explotación de sistema capitalista, y desde esa
evidencia colocarla a disposición del movimiento obrero para sus objetivos de
transformación social.
La diferencia de estas dos perspectivas, economía
política de Marx y científica es entre otras cosas que la primera se preocupa
de la producción, explotación (explicativa) y el valor (global, histórica y
empírica); la segunda se preocupa de la circulación, la relación macro/micro
económico (a nivel nacional), y el precio (local, temporal, empírica).
“Lo que a Marx le interesa es
entender el fenómeno de la explotación capitalista”[1]
haciendo claro sentido del objeto de la economía política, hay de alguna manera
un objeto singular, que en el caso de la economía científica está tapado atrás
de la pretensión de neutralidad, ausencia de “política” como sinónimo de parcialidad
anticientífica que le moteja a la economía marxista.
Un ejemplo significativo y coyuntural de la
“neutralidad” es el llamado escándalo “Rogoff y Reinhart”. En enero
de 2010 Kenneth Rogoff y Carmen Reinhert, “…dos investigadores
de la Universidad de Harvard, publicaron Crecimiento en tiempos de
endeudamiento, un informe sustentado en el estudio en los efectos que
tendría el aumento de gasto público –endeudamiento- sobre el desarrollo de las
economías que la aplican, y el umbral que indicaban era el 90 % del PIB y la
baja del crecimiento de esos Estados en un 1% promedio. Lo que vino después de
publicado este informe fue la validación y cita de políticos conservadores. El
discurso cuestionaba el gasto público en los países que están en etapas de recesión
o crisis en las economías de la zona euro. De hecho el Ministro de Finanzas
alemán, Wolfgang Schâuble recomendó medidas de austeridad
extrema en el gasto público no solo de su gobierno sino que a las economías en
crisis como Grecia o España”[2].
Podemos suponer que este “desliz” tecnocrático pasa
desapercibido, pero es singular del carácter que hoy tiene la economía
científica en favor de intereses del Capital internacional, con propuestas
científicas y rigurosas que buscan generar políticas públicas igualmente
neutrales, pero que en la perspectiva de los hechos tiene poco de ingenua
propuesta.
II. Diferencias entre teoría de la
explotación a través de extracción de plusvalía. Qué entendía Marx por capital constante, capital variable; -
salario, plusvalía; - tiempo de trabajo pagado, tiempo de trabajo no pagado; -
tasa de ganancia, masa de ganancia; - taza de explotación.
“Juan Albañil, el
edificio que levantaste, / con lo
mucho que trabajaste, / está
cerrado, esta sellado, / es prohibido
para ti, Juan albañil.” “Como es domingo Juan Albañil por la avenida, / va de paseo mirando cuanto
construyo, / hoteles,
condominios, cuanto lujo, / y
ahora como no es socio no puede entrar, /
Juan Albañil, no puede entrar, no puede entrar.” (Juan Albañil)[3]
Estas dos estrofas
corresponden a una popular canción de salsa de la década de los setenta
interpretada por Cheo Feliciano con letra del extraordinario compositor puertorriqueño
Tite Curet Alonso.
La teoría de Valor
cambio opera directamente sobre el trabajo como fuerza de trabajo, esto es
que el capitalista crea una ficción que declara una equivalencia entre ambas
partes que suscriben un contrato de trabajo[4],
en el que uno se obliga, el trabajador, a realizar cierto tipo de actividades y
el otro, el capitalista, a “restituir” una remuneración. Pero esta
equivalencia, que Marx caracteriza como ideológica[5],
esconde una diferencia donde el salario no paga el valor producido por el
trabajador. Esta diferencia es la Plusvalía, como aquel pago de fuerza de
trabajo, en el mejor de los casos se paga el “gasto” físico y síquico del
trabajador, es el pago del costo de producción de la fuerza del trabajo.
El trabajador produce más valor del que cuesta
producir su fuerza de trabajo, esa diferencia, reiteramos, es la plusvalía que
es la ganancia del capitalista.
Marx define en este esquema el dinero que el
capitalista invierte en herramientas, tecnología, materias primas, etc. le
llama Capital Constante por cuanto los
medios de producción no agregan valor; distinto a el dinero que invierte en
fuerza de trabajo la llama Capital
Variable que sí agrega valor por cuento en el tiempo un obrero puede
mejorar su producción aumentando la ganancia del capitalista. Estas dos
categorías se proyectan en el valor final de la mercancía lo que finalmente se hace
equivaler en el salario.
De igual forma el tiempo que se proyecta tanto en el
acto de producir una mercancía, el trabajador logra un punto de equilibrio en
que tal ya es “cubierto” por el salario, es decir el tiempo para producir un
lápiz dentro de una jornada es de 30 minutos, el capitalista le paga la
equivalencia, por ejemplo, de 2 minutos por esa mercancía. En este esquema se
puede distinguir el Tiempo de Trabajo
Pagado y el Tiempo de Trabajo no
Pagado, donde los 2 minutos es el que recibe el trabajador como
compensación por su fuerza de trabajo, los 28 minutos restantes serían la
plusvalía del capitalista.
Desde este punto Marx distingue dos relaciones
centrales en su reflexión sobre el fenómeno de la explotación: Tasa de explotación como el segmento
entre el tiempo no pagado y el tiempo pagado. La segunda relación es la que se
refiere a la Tasa de Ganancia como la
proporción entre plusvalía y la suma del capital constante y capital variable.
Como hablamos de una tasa, es decir de un coeficiente constante en determinados
parámetros, la tasa de ganancia es significativa para el cálculo que demuestra
la lógica capitalista, pues este resultado puede demostrar de manera constante
que un negocio es mejor que otro negocio a pesar que los parámetros parciales
indiquen otra cosa.
Por ejemplo, y referido a lo mismo, la masa de ganancia muestra que un
capitalista de manera casuística gana más que otro, pero si su tasa de ganancia
es menor, definitivamente estará en desventaja en largo plazo.
Capital es función social, no es un objeto, es además
dinero que produce dinero. Por lo tanto el capital no es ni máquinas ni
herramientas. Es significativo esta precisión pues determina al sujeto que
podemos identificar como “capitalista” pues consecuentemente es aquel agente
económico que tiene capital para comprar factores de producción: Medios de
Producción y Trabajo
El valor de una mercancía proviene del trabajo. Esta
idea dice relación con la calificación que le da el capitalismo de precio a las
cosas de la naturaleza, por ejemplo, pero no tiene valor.
Para contextualizar:
El 24 de abril de este año en Banbladesh se vino abajo
un edificio con casi 4000 trabajadores en su interior, de los cuales 3000
murieron. Esta tragedia significó visibilizar, el menos de manera momentánea,
el “milagro” económico de uno de los países más pobre de Asia. Sintomático en
la manera en que se desarrolla y mueve el “mercado” del trabajo y cómo es
analizado desde este rincón de mundo por uno de los medios más influyentes de
la “realidad” nacional, en el cuerpo B “Economía y Negocios” de El Mercurio
analiza en dos páginas lo que sucedió en el sur de Asia. Primero describe el
“pecado” de las grandes marcas de ropa del primer mundo que utilizan las
maquilas de este país y abaratar costos de producción (cómo si eso fuera
realmente un pecado para la lógica capitalista). Además menciona una serie de
industrias relacionadas principalmente con el retail que utilizan el sistema de utilización de mano de obra de
este y otros lugares de Asia para luego ser vendidos en Chile.
Comentario a parte es que El Mercurio remata su
análisis (complaciente) con una nota que dice “Están los chilenos preocupados
de Bangladesh” y que demuestra dos cosas. Primero que el medio entiende que si
los chilenos se visten a bajo precio qué importa de donde provienen sus
mercadería, y segundo que a pesar de los dramático del hecho la gente no se
preocupará mayormente de si una prenda es o no de esa región, si el precio y la
calidad sigue siendo competitivo.
Lamentablemente en las dos ideas al parecer el medio de comunicación tiene
razón.
Otros informes periodísticos ya habían consignado en
años anteriores el fenómeno de la vestimenta a bajo costo que hace que el
chileno promedio cambie su closet al menos una vez al año, con precios muy
asequibles para la gran población.
Podemos ver acá varias de las categorías que
identifica Marx en la lógica capitalista. La plusvalía lograda por los
capitalistas de Bangladesh al ofrecer la Fuerza de Trabajo, y la Tasa de
Ganancia debe ser simplemente significativa, aun así el mercado de este y otros
países de la región seguirá siendo mucho más ventajoso que en otras regiones.
III. Diferencias para Marx entre las siguientes
categorías: dominación, explotación y opresión. - ¿Puede haber dominación
sin explotación?; - ¿Puede haber explotación sin dominación?; - ¿Puede haber
explotación sin opresión?; - ¿Puede haber opresión sin explotación?
La explotación es un proceso en la cual de manera
correlativa dos partes participan en la que una valoriza y la otra desvaloriza
en favor de la primera. Es claro el sentido objetivo de esta categoría en
cuanto el capitalista extrae el valor que produce la fuerza de trabajo del
trabajador generando un plusvalor que es tomado por el capitalista en su favor.
En cambio la opresión opera como un mecanismo de
control que impide al explotado valorización independientemente si hay o no
extracción de valor.
La dominación es un acto de fuerza constituido sobre
la división social del trabajo, por lo tanto domina quien tiene poder,
expresado en este componente esencial en la teoría marxista, dicho de otra
forma es una relación desigual de poder.
Puede existir explotación sin opresión en la medida
que el mismo sistema capitalista logra mayores grados de bienestar, donde el
propio aumento del salario empuja el consumo, esto estimulado por una serie de
elementos de control comunicacional que incentiva estilos de vida
característicamente autocomplacientes, puede dar cabida a una explotación que
implique la ausencia de la opresión[6]
como ya definimos.
Respecto a la posibilidad de dominación sin
explotación, es decir la ocurrencia de una relación de poder pero donde no existe
un interés económico, en general la teoría marxista se resiste a esta fórmula
pues la existencia de dominio como resultado de relaciones sin la tensión que
provoca la explotación.
Sobre opresión sin explotación, la teoría marxista
asume que la opresión no puede prescindir de la explotación, aunque sea de
forma indirecta.|
Hacer mención que el aporte de estas categorías, no
fueron creadas por Marx, pero desde su incorporación en la labor de entender el
capitalismo y sus mecanismos de explotación, fueron redefinidos al punto que no
hay ni una entrada que refiera a explotación, opresión o dominación que no indique
la reflexión que generó Marx sobre estas.
[2] Hugo Catalán Flores
en http://procesosymundovivo.blogspot.com/2013/04/la-influencia-de-la-tecnica-en-la.html
[4] El ordenamiento jurídico ha logrado instalar esta noción de
equivalencia como central en los tipos de relación naturalizando la
explotación, incluso en la manera de resolver el conflicto que emana del
incumplimiento de parte del capitalista del contrato de trabajo es ampliamente
referenciado a principio o reglas que los tribunales laborales aplican en favor
del obrero como “in dubio pro operario” que hace referencia directa a la
interpretación de una estipulación contractual ambigua se tendrá como favorable
el trabajador. Todas estas cuestiones que en el inmediato son correctas,
ahondan aun más el significado ideológica (en el sentido que se ha señalado más
arriba) de esta equivalencia.