Rumba y humo

I.- En relación a la nueva disposición que prohíbe fumar y que aplica en Maestra Vida puedo expresando una primera reacción en buen chileno y sin que se ofendan: VALE CALLAMPA. Bueno, lo digo en mi calidad de trabajador y en posición más que comprometida en los efectos de su aplicación.
Hay algo insano en los sujetos que salen a fumar, como si un equilibrio homeostático se romció:  Cuando estaban todos adentro no se notaba, es decir había un equilibrio, todos pasaban piola, pero ahora los tengo al lado y son extrañamente violentos, no todos por supuesto, ahí tienes a mis dos querido Javier y Paz que hasta donde sé son unos amores de seres, me refiero a otros que discutían y se lamentaban, y provocaban a los vecinos que en ese momento compartía el vicio que con tanto ahínco defendió el peruano Julio Ramón Ribeyro.
Me agotó toda la ceremonia de pedir permiso y dejar el trago en algún lugar y volver a entrar y volver a pedir permiso, todo mal, y claro también agotó a los fumadores, casi como si estuvieran pagando un castigo por dejarse llevar por un placer.
Pero creo que lo que más me impactó fue mirar hacia el escenario y ver en HD. Imagínense estar acostumbrado por 13 años mirar hacia el estrado y encontrarse con una tenue sombra en que se mezclaban la imagen de los músicos, el sonido y la nube humeante que daba calor en invierno o simplemente justificaba la húmedo descabellada de verano.
No, ahora la limpia y nítida imagen que no esconde nada, todos se ven tal cual son, y de verdad creo que parte de la magia de acaba en ese acto.

II.- La Rumba es fiesta, encuentro y complicidad. La Rumba de Maestra Vida, hablando de un fenómeno que ha constituido identidad en este cuarto de siglo, es todo lo anterior más el humo. No existe otra rumba como la que se da en Pío Nono con Santa Filomena.
Cuando esta noche han salido los fumadores a dejar el humo de aquella imagen análoga afuera se han llevado también parte de esa identidad y eso es lo realmente significativo.
Puede que recuperemos, que reinventemos la rumba, pero no volverá a ser lo mismo, nunca más. Será algo distinto, algo como la canción “El Cigarrito” sin imaginarse el calor que decía la letra daba en la mañana fría, será otra cosa, algo así como “Voy a hacerme un cafecito…”. La rumba será distinta sin humo porque era parte complementaria, sujetaba la sombra de los amantes, la sorpresa del que observa a la mujer de sus desvelos, el deseo que se escabulle como una promesa entremedio del ahogo.
Claudicamos, simplemente dejamos que nos ganaran sin dar la palea que se merecía el acto supremo de ser comunión en el humo, hermanados todos en la nube.
Pero atentos que esta es una lucha de una guerra que no está terminada. Si hemos perdido el humo, no dejemos perder el ron. O el baile. No exagero que en cualquier momento alguien descubra que el movimiento de la pelvis es nocivo para la integridad del alma y se quiera prohibir.

Mientras tantos veamos la manera que está herida sane de la mejor manera.

Rumba para todos

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