Wittgenstein: La filosofía del lenguaje que juega
"Imaginar un lenguaje significa imaginar una
forma de vida"
Ludwig Josef Johann Wittgenstein (Viena 26 de abril de 1889 – Cambridge 29 de abril de
1951) es para la historia de la filosofía uno de los máximos exponentes de la
disciplina del siglo XX y que proyecta su impronta hasta nuestra época.
Su vida está íntimamente ligada a obra, tal vez más que
otros pensadores, pues la historia familiar, sus grandes dolores, traumáticos y
experiencias personales no hacen más que empujar una fuerza pesimista en la
naturaleza humana que se expresa en la imposibilidad de emitir ideas de parte
del emisor, y de entender correctamente los múltiples sentidos contextualizados
el receptor.
Oficialmente Wittgenstein reconoció solo un libro Tractatus logico-philosophicus que está concebido y constituido
en la etapa juvenil del autor (1914-1918) siendo él soldado austriaco y
prisionero en la Primera Guerra Mundial. Esta experiencia fue determinante a la
hora de sostener las primeras críticas a las contradicciones del lenguaje, en
especial en la concepción de enunciados filosófico.
Posteriormente Wittgenstein
criticó este trabajo como contradictorio de su propio pensamiento, a esta parte
de la vida del autor se le ha dado el nombre del Segundo Wittgenstein
donde gira su preocupación intelectual hacia las estructuras propias del
lenguaje y cuya principal obra (póstuma) es Investigaciones Filosófica.
Las
aportaciones de Wittgenstein al desarrollo de la lingüística son decisivas para
entender las ciencias sociales de la segunda mitad del siglo XX y se proyectan
con inusitada fuerza en este tiempo. La búsqueda de sentidos e intensidades de
las palabras y el lenguaje son tan trascendentes que no se puede evitar su
influjo en los debates epistemológicos en la actualidad.
Pero de
donde surge esta fuerza.
La
filosofía del lenguaje de Wittgenstein se pueden analizar desde dos enfoques:
gramáticas frásicas y de las semióticas o dicho de otro modo desde la
estructura discursiva o narrativa.
Carla Cordua y los Juegos de Lenguaje
Esta etapa es la que queremos
resaltar y en particular desde la perspectiva que propone Carla Cordua y
que refiere de los llamado Juegos de Lenguaje.
Realidad
y lenguaje se configuran como una sola cosa. Son las prácticas humanas las que
configuran la realidad a partir del lenguaje, es ese espacio de identificación
donde existiría el significado y ya no como en el Tractatus que busca una esencia en el concepto que da nombre a las
cosas, que los etiqueta en base a su significado. Los usos son los significados
en esta segunda etapa del autor. El momento en que se dota de significado a una
palabra, es su contexto inmediato, allí se produce, la palabra significa según
"su uso en el lenguaje". De
ahí que W. explique además que el significado de un nombre se explica algunas
veces señalando a su portador (Wittgenstein, 1988: § 43).
El
segundo Wittgenstein se preocupa de los
usos cotidianos del lenguaje, ya no lo mira como un lenguaje complejizado por
los contextos, con la oscuridad de la rigurosidad, casi como traicioneras estructuras
con significados correctos y lógica pertinente. En esta etapa lo que le
interesa es la pregunta por el uso, más que por el significado.
Es
pertinente detenernos en, quizás el más importante concepto planteado por
Wittgenstein: los juegos de lenguaje. De acuerdo con Carla Cordua esta
expresión seria “un neologismo que Wittgenstein
convierte en algo así como un termino técnico que carece, sin embargo, de una
definición y que funciona de manera similar a los conceptos abiertos del
lenguaje ordinario, entre cuyas acepciones hay “parentescos de familia” pero no rasgos comunes que se repiten en
todos los casos”. Habría, entonces, que comparar los conceptos de lenguaje
y de juegos, entendiendo que ambos presuponen reglas y entrenamiento, aunque como aprendizaje no implican un
“atenerse” rígidamente a estas reglas y
sí una especie de autonomía marcada por ellas:
“ desarrollo un sentimiento de las
reglas, las interpreto”(EPR5). De acuerdo con Cordua, ambos lenguaje y juegos requieren de improvisación,
espontaneidad, flexibilidad, adaptabilidad, etc., ya que poseen reglas menos rígidas y flexibles
que las reglas matemáticas o de cálculo, comparación hecha no solo por la
autora sino también por el mismo Wittgenstein. La analogía lenguaje-juegos
estaría perfectamente desarrollada por el filosofo en el siguiente pasaje Investigaciones Filosóficas:
“En este caso, ¿no nos enciende una luz
la analogía del lenguaje con el juego? Pues para nosotros resulta fácil pensar
que personas que se entretienen jugando con una pelota en un prado comiencen a
jugar diversos juegos conocidos; que algunos de estos no los jueguen hasta terminarlos
y que, en medio de ellos, los jugadores lancen la pelota a lo alto sin plan de
ninguna especie, sino, bromeando entre ellos, se lancen la pelota unos a otros,
persiguiéndose con ella, etc. Y entonces alguien dice: Todo el tiempo esta
gente ha estado jugando cierto juego de pelota y efectuando por eso cada jugada
de acuerdo con determinadas reglas. — ¿No existe también el caso en que jugamos
y ‘make up the rules as we go along’? Sí, también existe el caso en que
cambiamos las reglas as we go along”(IF83).
“Primero
viene el caso en que se aprenden las reglas. El sastre aprende cuán largo debe
ser un abrigo y cuán anchas tienen que ser las mangas… Aprende reglas, se lo
ejercita tal como en la música…” (“Lecciones
y conversaciones sobre estética, psicología y fe religiosa”)
El juego
y el lenguaje operan con mecanismos similares, pues su aprendizaje aporta un
“set” de herramientas que permiten una amplia gama de posibilidades
(infinitas). Esa base es esencial, pues el cumplimiento de las reglas permite
un entendimiento mínimo desde lo cotidiano hasta las complejidades de las
técnicas específicas.
Estas
nociones son innovadores y rupturista con toda la tradición, de por ejemplo,
Saussure que describe reglas más o menos cerradas y estándares en el lenguaje,
por tanto reglas de juegos establecidas por dinámicas que identifica en su
“Curso de Lingüística”.
En esta
línea, la que plantea Saussure, la construcción del significado, incorpora una
sutil pero sustancial diferencia entre el significado y quien da ese
significado. Este último no es portador del significado, sólo forma parte del
contexto de uso de la palabra, vale decir, el contexto es el que da significado
y habrá infinitos contextos así como infinitos usos. Podría ampliarse esto
diciendo que puede haber tantos contextos como hablantes.
Realidad
y lenguaje, en este segundo Wittgenstein se confirman como una sola cosa. Las
prácticas humanas las que configuran la realidad a partir de que son lenguaje,
es ese espacio de identificación donde existiría el significado y ya no como en
el Tractatus que busca una esencia en el concepto que da nombre a las cosas,
que los etiqueta en base a su significado.
Las aportaciones de Jacorzynski.
La interpretación de Witold
Jacorzynki como aporte alternativo a las ciencias sociales y la antropología
en momentos que la crisis de contenidos novedosos y pertinentes para esta área
del conocimiento se hace patente.
Esta propuesta alternativa se
funda desde la crítica a dos enfoques que se encuentra asociadas a las
aproximaciones de las ciencias sociales y la antropología: Cientificismo e
Interpretacionismo.
Tras
plantear los dilemas de carácter metodológico, moral y político con los cuales
se enfrentan los antropólogos, Jacorzynski presenta la filosofía tardía de
Wittgenstein como una alternativa a estas disyuntivas.
Jacorzynski
revisa cinco principios metodológicos a partir de la obra tardía de
Wittgenstein:
1.
Principio del análisis gramatical;
2.
Principio contexto;
3.
Principio de perspectiva;
4.
Principio de la representación perspicua ;y
5.
Principio de antiesencialismo.