Damiana, la niña Aché que regresa a casa después de 116 años
Osvaldo Bayer ha contado la historia de Damiana, “una
víctima más de la política de desprecio y explotación a los que se sometió a
los pueblos originarios desde siempre”.
En 1896, unos colonos blancos de Sandoa (Paraguay) buscaban
un caballo que se les había perdido. De inmediato acusaron a un grupo de achés
–originarios de las selvas paraguayas– de haber sido los culpables. ¡Los
sorprendieron en un asado! Sin comprobar nada de nada, los balearon. Cayeron
muertos tres achés, una mujer entre ellos. Pero una niña de unos tres años
sobrevivió.
Fue entregada poco después a los antropólogos
estadounidenses Ten Kate y Charles de la Hitte. Los dos científicos sociales la
retuvieron para estudiar sus rasgos típicos y la llamaron Damiana porque se
“apropiaron” de ella el día de San Damián. Dos años después, la entregaron al
doctor Alejandro Korn, director del hospicio de la ciudad de La Plata. La madre
del doctor utilizó a Damiana como sirvienta.
En 1907, el antropólogo Lehmann-Nietzche la fotografió
desnuda. La “india” tenía entonces 14 años. La foto fue exhibida en el museo de
La Plata. Damiana falleció dos meses después. Su cabeza fue enviada al
académico Johann Virchow de Alemania. El cráneo, “cortado en la frente con un
serrucho”, fue mostrado en la Sociedad Antropológica de Berlín (El resto de su
cuerpo se llevó al Museo Antropológico de La Plata). Pero he aquí que, en 2007,
una organización aché reclamó los restos de Damiana. No fueron minoría los
científicos y estudiantes argentinos que se ocuparon de poner en claro las
cosas. Se consiguió finalmente y los restos de “Damiana” fueron llevados a su
tierra.
Para los achés, la joven pasó a llamarse desde ese momento
Kryygi y posteriormente Kryygimai (“mai” significa que ha muerto).
Faltaba recuperar los huesos de la cabeza de la niña, los
que habían sido enviados a Berlín para su “estudio y análisis” y ¡para su
exhibición científica! Los huesos fueron encontrados en el museo del hospital
Charité, Berlín. Fue una tarea que se propuso y logró la ciudadana alemana
Heidi Boehmecke. El museo alemán exigió que la petición fuera realizada por el
gobierno argentino, no le bastaba la solicitud de científicos e intelectuales interesados
en reparar el daño moral que se había cometido con Kryygi y con el pueblo aché.
Se estaba a punto de conseguir este último paso cuando los
aché reaccionaron a través de su organización. El director del museo berlinés
recibió una carta de la Liga Nativa donde se señala que “no encargamos ni
confiamos ningún mandato a nadie para gestionar en nuestro nombre y lugar la restitución
de la cabeza de Kryygi en Berlín. Y aclaramos que todo trámite de restitución
–respetuoso de nuestra soberanía, de nuestros tiempos de meditación y ritmo
propio de decisión sociopolítica– debe contar con nuestro aval debidamente
escrito, nuestro conocimiento y nuestro acuerdo previo”.
Fuente: Las caras del Poliedro, en "El Viejo Topo" junio 2012