Crónica Maestra Vida 3
UNO. Una aproximación a lo que es Maestra Vida puede ser la imagen sobre la que se apoya Charly Pérez: un organismo “autopoiético”. Un sistema vivo con características únicas e irrepetibles que la hacen tan distintiva y que provoca en los sujetos que se han dejado encantar por sus rincones que vuelvan una y otra vez, aportando la reproducción del organismo en relación permanente con el medio en que subsiste nuestro sistema rumbero.
En fin, esta digresión es solo para introducir los hechos lamentables del último fin de semana, en que entre el sábado y el domingo golpearon nuestro sistema vivo, tanto al interior como en su entorno.
Generalmente la vida en Maestra es bastante “ordenada” y coherente. Esto lo digo en un sentido que solo lo podrían entender quienes han vivido jornadas de dispersión y baile, rumba y ron. Para los “otros”, los que llegan a la entrada y se asoman sin expectativa, más que su propia limitante es probable que les parezca caótica toda la escena, una mezcla sin mayor brillo, ruidosa y desordenada, oscura –casi tenebrosa. También existen los que se allegan con otras intenciones, o vienen cargando mochilas que los hacen concertarse solo en su desorden interno.
En todo caso, y para los que pueden pensar que lo que digo es demasiado condescendiente con los limites de nuestro sistema vivo, les puedo decir que si soy parcial, y más aún considerando mi posición dentro de esta descripción. Estoy siempre en el límite del sistema, realizando una tarea y asumiendo un rol ingrato, muchas veces cargando mis propias limitaciones, los egos e imágenes que pesan en la espalda de los sujetos.
Tengo la idea, digamos que de alguna forma es una hipótesis refutada empíricamente con la regularidad de los ciclos, que en Maestra se acumulan, diremos, “energías”, sin otro calificativo que sea más preciso para identificar lo que intento decir. Estas “energías” se acumulan entre jornada y jornada de jolgorio rumbistico, una espacie de fuerza oscura, residualidad de las cargas de los miles de sujetos que visitan nuestro templo semana a semana. De alguna forma, esa fuerza que se acumula debe salir. Así de clara es la metáfora que quiero instalar.
DOS. Este fin de semana tocó liberación de energías. Y como a sucedido en otros momentos (el fenómeno lo vengo observando desde hace años) debiera venir una calma que durará varios meses (eso espero).
Lo concreto es que entre el sábado y el domingo se produjeron un par de incidentes que estuvieron en el límite de lo que se puede tolerar desde el punto de vista de un lugar donde la diversión y la alegría deben predominar.
Por todo esto es que hemos decidido volver a las prácticas que no le gustan al suscrito, y que hace un año implicaron comenzar a cobrar entrada los domingos, derecho y espacio que fue mancillado de un plumazo por la evidencia de las circunstancias, la reticencias obvias de muchos. Pero a lo hecho pecho, y desde el próximo fin de semana volveremos a solicitar cédula de identidad o alguna tarjeta de identificación. Por favor les pido que entiendan que es una medida que en lo personal me provoca una gran incomodidad. Quienes me conocen saben que mi discurso y mi práctica van por el lado de las expresiones libertarias del ser humano, de la confianza en la naturaleza gregaria de las mujeres y hombres, pero que en algún minuto se debe asumir mínimos de compromisos.
En ese camino es que les pido comprensión y cooperación, intentaremos que esta y otras medidas –en lo posible de bajo perfil- puedan ayudar a establecer un mejor equilibrio entre las necesidades de ustedes, el sistema vivo, y el entorno.
Un abrazo fraterno.
En fin, esta digresión es solo para introducir los hechos lamentables del último fin de semana, en que entre el sábado y el domingo golpearon nuestro sistema vivo, tanto al interior como en su entorno.
Generalmente la vida en Maestra es bastante “ordenada” y coherente. Esto lo digo en un sentido que solo lo podrían entender quienes han vivido jornadas de dispersión y baile, rumba y ron. Para los “otros”, los que llegan a la entrada y se asoman sin expectativa, más que su propia limitante es probable que les parezca caótica toda la escena, una mezcla sin mayor brillo, ruidosa y desordenada, oscura –casi tenebrosa. También existen los que se allegan con otras intenciones, o vienen cargando mochilas que los hacen concertarse solo en su desorden interno.
En todo caso, y para los que pueden pensar que lo que digo es demasiado condescendiente con los limites de nuestro sistema vivo, les puedo decir que si soy parcial, y más aún considerando mi posición dentro de esta descripción. Estoy siempre en el límite del sistema, realizando una tarea y asumiendo un rol ingrato, muchas veces cargando mis propias limitaciones, los egos e imágenes que pesan en la espalda de los sujetos.
Tengo la idea, digamos que de alguna forma es una hipótesis refutada empíricamente con la regularidad de los ciclos, que en Maestra se acumulan, diremos, “energías”, sin otro calificativo que sea más preciso para identificar lo que intento decir. Estas “energías” se acumulan entre jornada y jornada de jolgorio rumbistico, una espacie de fuerza oscura, residualidad de las cargas de los miles de sujetos que visitan nuestro templo semana a semana. De alguna forma, esa fuerza que se acumula debe salir. Así de clara es la metáfora que quiero instalar.
DOS. Este fin de semana tocó liberación de energías. Y como a sucedido en otros momentos (el fenómeno lo vengo observando desde hace años) debiera venir una calma que durará varios meses (eso espero).
Lo concreto es que entre el sábado y el domingo se produjeron un par de incidentes que estuvieron en el límite de lo que se puede tolerar desde el punto de vista de un lugar donde la diversión y la alegría deben predominar.
Por todo esto es que hemos decidido volver a las prácticas que no le gustan al suscrito, y que hace un año implicaron comenzar a cobrar entrada los domingos, derecho y espacio que fue mancillado de un plumazo por la evidencia de las circunstancias, la reticencias obvias de muchos. Pero a lo hecho pecho, y desde el próximo fin de semana volveremos a solicitar cédula de identidad o alguna tarjeta de identificación. Por favor les pido que entiendan que es una medida que en lo personal me provoca una gran incomodidad. Quienes me conocen saben que mi discurso y mi práctica van por el lado de las expresiones libertarias del ser humano, de la confianza en la naturaleza gregaria de las mujeres y hombres, pero que en algún minuto se debe asumir mínimos de compromisos.
En ese camino es que les pido comprensión y cooperación, intentaremos que esta y otras medidas –en lo posible de bajo perfil- puedan ayudar a establecer un mejor equilibrio entre las necesidades de ustedes, el sistema vivo, y el entorno.
Un abrazo fraterno.
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